Los escritores, como los artistas y como el resto de los mortales, se inventan una realidad a su medida. Debemos hablar de realidades distintas y no de una única realidad, teniendo en cuenta que, si tendemos a interpretar por realidad los elementos externos y objetivos que nos rodean, éstos han de completarse con una percepción subjetiva en la que participa todo el sujeto con sus sensaciones, pensamientos, intuiciones, sentimientos, el yo (la voluntad), recuerdos, contribuciones subjetivas, afectos, irrupciones del inconsciente, inconsciente personal e inconsciente colectivo. Los dos últimos aspectos que conocemos, sobre todo, por los sueños.
En un cuento indio, cinco ciegos deben describir cómo es un elefante ayudándose por el tacto. Un ciego lo imagina como una serpiente, otro como un pez raya, otro como una gran esfera, otro como una columna, y otro como una escobilla. Cada uno ha tocado sólo una parte del todo y con esa parte, se hace una idea de conjunto. Son cinco ideas distintas del animal que no coinciden con el resto, todos se han imaginado al elefante desde su propia experiencia parcial. La realidad es múltiple y subjetiva.
Pretendemos subrayar la relación que existe entre el arte, la literatura y la manera de pensar de la época en que éstos se producen. Mediante imágenes de carácter iconográfico, por un lado, y diferentes sentencias y tópicos literarios, por otro, queremos dar una visión de conjunto de una serie de “ideas de la inmortalidad profana” como resultado de la elaboración cultural de una realidad alternativa frente a la muerte, única realidad inevitable. Estas ideas, presentes en las culturas egipcia, grecolatina y judeocristiana de diferentes épocas se desarrollan en paralelo y al margen de las creencias religiosas, y son una respuesta a las mismas. No se trata de la creer en una vida posterior a la muerte sino en la pervivencia en la memoria de las siguientes generaciones, esto es, de conseguir renombre ante la posteridad.